Abrazo la cornisa del dia, como suspiro melancolico de lo que queda de el, como estela del mar en el timon de la memoria.
Abrazo el rincon de los segundos, que dan horas en las que las noches y los dias se prestan cariño y complicidad.
Abrazo la luz, tan secante, tan oscura en momentos de lucidez. Abrazo ese limite, el que me pone el acierto a los errores del caminar con los ojos cerrados.
Abrazo lo que percibo a simple vista, error cuando acierto a encaminar mi alma en los besos de la luna. Abrazo, con los brazos a lo que me llama, a lo que poseo y no soy capaz de cerrar.
Abrazo a mi ojos, con lagrimas de petalos y seda de terciopelo. Abrazo furtivo casi selectivo de bosques en las angostas laminas por donde mi halito camina, con el cansancio de siglos, con el principio acuoso de mis dudas.
Abrazo, abrazo sin casi hacerlo retazo, solo es un lazo que invisible une partidas y llegadas, azules con grises y rojos con melancolia.
Abrazo a las sombras, sombras que me abrazan, como abrazos abrazados y con la piel erizada, veo que esta vez lo que he ganado, no lo voy perdiendo por el camino...son abrazos con silueta de corazon que unen copos de nieve con montañas llenas de lascivia cuando el sol desaparece y la luna es el unico juez de los abrazos invisibles.
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